Lugares que he visitado (y que quiero visitar)

25.8.05

Candilejas



Candilejas. Línea de luces en el proscenio de un teatro.

Luces que son humanidad. Luces que desbordan melancolía, bondad, amistad y amor.

Pero qué triste sería hoy Chaplin si viviera. Todo por lo que luchó es hoy algo secundario. Se fundan religiones basadas en la diferencia y en el resentimiento, cuando lo que debería es instaurarse una religión hacia Chaplin. Una religión en donde la amistad verdadera fuera el único fin a alcanzar.

Sonrisa triste. Ojos vidriosos. Paso torpe, pero firme. Te necesitamos. ¿Dónde estás?

19.8.05


El fin de una era Posted by Picasa

La verdadera historia de la caída del telón de acero

Teníamos encomendada una misión muy especial. Los cinco portábamos unas cámaras de fotos que escondían en su interior el arma más mortífera jamás creada. El suelo era de mallado metálico y no se podía ver la tierra muchos pisos más abajo. De entre los hierros salían densos vapores blancos que contrastaban con el rojo fuerte y algo anaranjado de la atmósfera. Nuestro cometido oficial era plasmar gráficamente los avances y las decisiones en la cumbre extraordinaria del partido que se celebraba en esta ciudad hija de los soviets.

Esa era la historia oficial.

El poder de nuestras cinco mentes era tan sumamente fuerte que tan solo el deseo de muerte de las personas enfocadas por los objetivos de nuestras cámaras bastaba para producirles una muerte repentina, y aparentemente inexplicable. Sólo era necesaria una pequeña descarga química en nuestros cerebros. Y ocurría.

Subíamos interminables escaleras en espirales cuadradas, y el chasquido metálico resonaba a cada paso que se daba. Todo estaba perfectamente planeado, y todos nos comunicábamos telepáticamente. De hecho, todos éramos uno. Por fin, en una amplia plataforma en la planta 36, donde se reunía la plana mayor del partido, empezó el juego.

Había muchos que supuestamente eran como nosotros. Éstos fotografiaban realmente. Nos ayudaban a pasar desapercibidos. A pesar de que había una gran distancia entre cada uno de nosotros, nuestras mentes permitieron que antes de empezar, todos nos miráramos a los ojos, dándonos el visto bueno.

¡Clic! El secretario del prefecto de Stalingrado muere instantáneamente. Revuelo general. La adrenalina sube. Nuestras neuronas comunes funcionan rápidamente. Permitiendo el paso de cantidades ingentes de información en muy pocos microsegundos. Estimulando nuestros movimientos, rápidos, secos y seguros. No había mucho tiempo.

El álbum necesitaría ser muy grande.

Murió toda la plana mayor. Pero algo funcionaba mal. Innumerables pasos metalizados se oían causando un estruendo que se aproximaba. Las sospechas del conocimiento de estas técnicas por parte del enemigo eran fundadas.

Nos mezclamos entre el tumulto, simulando asombro e incluso miedo. Pero oliendo la desconfianza del enemigo, y sintiendo muy de cerca sus miradas directas a la pupila. Disparos. Gritos. Vueltas. Contusiones. En mi mente veía cómo los demás eran descubiertos pero podían escapar. No todos pudieron. En mi mente se construyó la imagen en primera persona de los instantes anteriores al disparo del hermano Pavlov. Una milésima de segundo después, yo estaba junto a él, debatiéndome entre si tratar de salvarle la vida, que también era la mía, o impedir que sufriera. Sus ojos ciegos de dolor me penetraban como una estaca afilada en los míos. De repente, la complejidad en mi mente se redujo a un único punto.

Mi dedo apretó el gatillo de la pistola que tenía oculta. Pude sentir su muerte dentro de mí. Tan solo un cambio de forma. Sólo es eso. Su energía se absorbió creando un nuevo ser.

Huí. Lo último que recuerdo es la visión de mí mismo desde la planta 36 corriendo escaleras abajo. El sonido de mis propias pisadas se hacía cada vez más tenue.