Lugares que he visitado (y que quiero visitar)

30.10.05

El fotógrafo (erotismo)

Déjame ser tu fotógrafo por un día. Tu fotógrafo privado, que plasme para la eternidad tu ya eterna belleza. Déjame desnudarte con mi cámara, al igual que ya lo hago con mis ojos, y retratar la suavidad de tu piel en un rectángulo mágico.


Quiero que poses para mí, y quiero que sea muy especial. Tu hombro desnudo, al trasluz, la camisa en tu brazo y parte de tu cuello perfeccionando la imagen. Tus labios, frondosos y húmedos, déjalos ser pasto de mi objetivo, que los devorará sabiamente para inmortalizar su ternura. Tu cara, cubierta en una mitad por tu pelo, y en la otra mitad con tu ojo certero, directo, brillante y profundo penetrando en lo más hondo del alma de quien te mira, de quien te modela, de quien te dibuja.

Tu camisa cae desde tus brazos y desde una distancia mayor contemplo tu espalda casi desnuda, la curvatura de tu columna recorriendo como una serpiente el desierto exótico de tu piel, sólo salpicado por oasis de lunares en donde beben los camellos y en donde descansan las almas fatigadas de los beduinos. Tu espalda es preciosa, terminada en un extremo por tu cuello fino, suavísimo y níveo y por el otro por una curvatura vertiginosa que comienza con los dos pequeños hoyos centrales hipnotizadores (me gusta llamarlo “la mariposa”) y que luego sigue con una geometría perfectamente humana extendiéndose más abajo.

Te quitas despacio y muy sensualmente la prenda que ciñe tu pecho, dejando ver desde atrás la forma inolvidable de tu seno izquierdo, sombreado ligeramente por abajo y de una belleza inexpugnable. Tus fotografías se hacen arte. El dibujo de tu cuerpo es mi obra más preciada.

Te das la vuelta tapándote los senos con tus brazos flexionados, y apretando su volumen voluptuoso y tierno, transformándolos de algo apetitoso a algo delicioso. Tu cara de buena chica contrasta con el vértigo que produce la visión de tu cuerpo más inferior y ese contraste debe plasmarse para siempre.

De perfil, te agachas levemente con el torso echado hacia delante y, a contraluz, bajas tus pantalones despacio dándome tiempo a fotografiar tu gesto que mi cámara y mis ojos devoran. Todo en blanco y negro.

Sólo una pequeña tela roja, que se plasmará gris, cubre tu sexo. Tu figura espectacular desata todos mis sentidos. Tus ojos brillan y tus labios invitan a los míos a conocerse a fondo. Pero sólo puedo fotografiar a mi modelo. Y tan solo voy a hacer eso. Te fotografío desde varios ángulos, resaltando la redondez trémula de tus glúteos a contraluz, plasmando la erección de tus pezones en un primer plano de tus senos perfectos, enfocando al izquierdo y dejando el derecho fuera de foco. Luego, al revés.


Te tumbas bocabajo en la cama y levantas tu pelvis. Poco después tus manos retiran la prenda roja lentamente hasta que la fuerza producida en el mismo por tu humedad es vencida. Todo ello se registra, se plasma, se retrata. Tu cuerpo desnudo yace frente a mí y fotografío tu perfil delicioso. Te das la vuelta y retrato tus pechos separados por la gravedad que los acaricia, tu vientre, la hendidura de tu ombligo… Tu vello discreto pero presente, que puebla tu monte de Venus como un bosque exótico. Lo retrato todo, por encima de tu cabeza y hacia abajo, con tu mano izquierda sobre su pecho y la derecha sobre la cama, flexionada y cerca de tu cabeza. Tus piernas ligeramente flexionadas.


Lo retrato todo, desvelando tu belleza secreta, regalándole a mis ojos y a los tuyos el fuerte deseo que de tu piel emanas. Quisiera poder acariciarte siempre. Por eso te retrato para así al menos hacerlo con la vista.